jueves, 20 de junio de 2013

¿Qué sabe Apple o Samsung de nosotros? Cuando el móvil es tu espía


¿Qué sabe Apple o Samsung de nosotros? Cuando el móvil es tu espía
Día 20/06/2013 - 01.21h

Datos de una persona, su domicilio, su DNI o incluso sus movimientos son fáciles de rastrear. Las operadoras de telefonía o los fabricantes de terminales disponen de exhaustiva información sobre nosotros. ¿Pueden utilizarla?

Bajo el paraguas de la seguridad nacional, el Gobierno de EE.UU. tuvo vía libre para acceder a las cuentas de millones de usuarios de todo el mundo. Justificado como una labor preventiva, el escándalo de espionaje ha reabierto el debate sobre la protección de datos. Este caso recibe su legitimidad de la no menos controvertida ley estadounidense FISA (Foreign Intelligence Surveillance Act), que permite espiar sin orden judicial.
La Agencia Nacional de Seguridad (NSA, siglas en inglés) de EE.UU. recoge a diario registros de llamadas telefónicas de millones de clientes de la operadora de telefonía Verizon, en virtud de una orden judicial secreta. Este hecho, ha demostrado, por primera vez, que bajo la Administración del presidente Barack Obama, se han efectuado registros de comunicaciones de millones de ciudadanos norteamericanos de manera indiscriminada y sin tener en cuenta si los autores de las llamadas han cometido algún delito. Tras este escándalo, Obama ha asegurado que desclasificará parte delprograma Prism que emplean sus servicios de inteligencia, con el objetivo de mejorar su transparencia y tranquilizar a la población.
Con la ley en la mano, la regla general en en España consiste en que nos soliciten permiso para tratar nuestros datos. Según la Ley Orgánica de Protección de Datos, es una acción legítima la grabación de una conversación siempre que sea para proteger un derecho personal (artículo 7), como a modo de prueba durante un proceso judicial. El operador telefónico podría saber dónde se encuentra un abonado en relación al área cubierta por una antena de telefonía, un abonado con nombres y apellidos, dirección, número de DNI y la cuenta de correo. Sería un dato que no se podría facilitar a nadie salvo que el propio abonado mostrara su consentimiento. La única excepción sería por un servicio de atención de llamadas de emergencia.
Operadores de telefonía, compañías tecnológicas y servicios en internet se han convertido en un contenedor de información extremadamente detallada de muchas personas, cuyos hábitos en los últimos años han cambiado de manera considerable y no son conscientes del striptease digital que pueden sufrir. Tranquilos o no, lo cierto es que los ciudadanos están en constante exposición de datos sensibles que, si lo pensarán unos instantes, desearían jugar al juego del Avestruz y enterrar la cabeza.
«Microsoft y Apple saben mucho, pero Google lo sabe absolutamente todo. Las operadoras [telefónicas] saben infinitamente menos; la operadora puede saber una dirección IP determinada, pero se puede saber mediante la intervención de un juez, pero es una información menos sensible», explica para este diario Alejandro Suárez, empresario y autor del libro «Desnudando a Google». La operadora es capaz de «saber» el momento en el que se conecta un abonado, pero no va «guardando nuestro historial de hábitos» a diferencia de una red social como Facebook, que cuenta con más de 1.100 millones de usuarios en todo el mundo.
Los expertos cuestionan el programa de vigilancia al considerar que se podría ir más allá de la mera consulta de datos para prevenir delitos. «¿Quién me garantiza que solo lo van a mirar temas de terrorismo? ¿Hasta qué punto que esa información se está utilizando para la vigilancia de terrorismo y no para buscar algo relevante de temas públicos?», se pregunta.
La seguridad nacional ha prevalecido sobre la privacidad de datos en este controvertido proyecto. A muchos usuarios no le importaría verse espiados porque, total, no tienen nada que ocultar. Tal y cómo está constituido en nuestro país, la privacidad es un derecho fundamental. ¿Somos conscientes de lo que compartimos sin tener conocimiento de ello? «El mero hecho de llevar un dispositivo ya deja un rastro, que como mínimo es la ubicación geográfica», expresa Víctor Salgado, abogado especialista en privacidad en internet del bufete Pintos&Salgado.
A través del sistema operativo Android, que se encuentra endispositivos como Samsung o HTC, el gigante de internet Google es capaz de recopilar una ingente cantidad de datos de un determinado usuario, en tiempo real, en cualquier lugar. «Tenemos que ser conscientes que estos servicios tienen problemas de seguridad y estas compañías se someten a una legislación distinta de la nuestra, que es menos protectora de la privacidad. Estas se ubican en EE.UU. donde no tienen la privacidad regulada, por tanto, los abusos pueden ser importantes», señala. «No hay una protección de un derecho fundamental como es la privacidad con la misma solidez que la tenemos en Europa. Allí [por EE.UU.] está subordinada a otros derechos, estaría un plano inferior como la seguridad nacional», reconoce este abogado.
Por ley, nuestros gobiernos obligan a las compañías a guardar el registro de las llamadas y también todos los servicios de internet, así como su actividad. «Que nos están escuchando, eso ocurre. Lo que nos puede preocupar, es qué usos se dan de esos datos», manifiestaPablo Teijeira, director general de Sophos Iberia, consultora de seguridad en internet.
En su estrategia por distanciarse del Prism, las grandes compañías de internet han venido revelando los datos que fueron solicitados por el gobierno estadounidense y han tratado de demostrar que desconocían por completo este programa. «Las autoridades policiales -incluso en España- piden todos los días datos a las compañías telefónicas y a las redes sociales, pero si lo hace por medio de un juez, no me preocupa, el problema es que lo hagan sin pedírmelo», comenta. La pregunta es ¿«dónde está el límite?», «¿hasta dónde puede llegar la prevención? «Por prevención se pueden escuchar todas las llamadas y ver todos los mails, pero no es éticamente correcto», recalca.

sábado, 15 de junio de 2013

Tuitear sin leer: Nuevo deporte olímpico

Tuitear sin leer: Nuevo deporte olímpico

Por:  10 de junio de 2013
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The Big Bang Theory
Nadie que escriba un blog en junio de 2013 aspira a que el lector -que ahora se llama usuario porque Internet se usa, no se lee-, llegue hasta la última línea
 
. Yo tampoco. De hecho es posible que a estas alturas (tercera línea) muchos ya hayan abandonado o estén a punto de hacerlo.
La mayoría solo se desplazará su cursor hasta la mitad de este post.

Según los cálculos de Chartbeat, una compañía que se dedica a observar el comportamiento de los lectores on line en tiempo real, por cada 161 personas que entran en una página, alrededor de 60 (un 38%) se larga sin leer una línea del primer párrafo.
 

 

 
En el segundo párrafo quedarán unos 100, de ellos cinco no llegarán al tercero. Y muchos de los que lo hagan dejarán de leer para irse a tuitear un artículo que aún no saben cómo termina. En el cuarto párrafo alguno de los que resista se irá a la sesión Comentarios a señalar que echa en falta que el autor no haya comentado un asunto que se trata en el párrafo siguiente, pero él no ha tenido paciencia para llegar allá. 

Todo esto que era una intuición, fruto, entre otras cosas, de mi propio comportamiento, se ha confirmado con las teorías de Jakob Nielsen, un experto en usabilidad (Web usability) que es quien afirma que los usuarios son egoístas (selfish), vagos (lazy) y despiadados (ruthless).  Aquí lo tienen por si alguien le quiere poner cara. 

Jakob.nielsen
Según Nielsen, la mayoría de ustedes entrarán, pongamos por caso a este blog, sin la más mínima intención de leer, así que escanearán de arriba a abajo y si no encuentran lo que buscan se largarán. ¡Anda que no hay cosas que hacer en Internet! Es la ley de la selva. No hay segundas oportunidades. El proceso no durará más de dos minutos.
"Se mueven por Internet como aves de rapiña, olisquean -sólo devoran hechos-, y si no avistan comida siguen la ronda. Son Informavores, organismos que consumen información, siempre que no sea aburrida y no sea presentada en párrafos de más de seis líneas". Los estudios de Eye-Tracking demuestran que los lectores tienen la peligrosa tendencia de pasar por encima de los grandes bloques de texto. (Voy por cinco líneas, así que pongo punto y aparte).  
La revista Slate habla en el artículo You won't finish this article (Usted no terminará este artículo) con Josh Schwartz, analista de tráfico y datos on line para ChartBeat, y este experto confirma la peor de las previsiones. A saber: "A la gente le cuesta cada vez más concentrarse, y mientras más palabras escriba perderá lectores a un ritmo más rápido".
La proporción es esta: Por cada 100 lectores que se van 50 se quedan. La mayoría deslizará el cursor solo hasta la mitad del artículo y no dará más oportunidades. Uno se lo juega todo en el titular y en la foto. Los únicos artículos que merecen ser vistos por encima de arriba a abajo son aquellos en los que hay fotos y vídeos.
Vean en este gráfico el comportamiento de los lectores en tiempo real.
Chartbeat
Otra intuición que muchos teníamos, y que han demostrado los gráficos de Chartbeat es la compulsión por recomendar artículos en Twitter que no hemos leído. Estos analistas estudiaron la relación entre el número de tuits que conseguía un post y las personas que había llegado con el cursor a sus líneas finales, y llegaron a la conclusión de que nada es lo que parece: Un artículo que ha sido tuiteado muchas veces no tiene por qué haber sido el más (y sobre todo) el mejor leído. Ni un artículo al que muchos lectores le hayan dedicado tiempo y concentración tiene que ser el de más éxito en Twitter. ¿Un caso clásico de postureo? 
Este es el fenómeno representado en un gráfico 
Chartbeat2
Uno de los pilares de la teoría de Jakob Nielsen es que los lectores/usuarios no son los que tienen que cambiar. ¿Por qué deberían querer hacerlo? El problema es de los que escriben en Internet. Según este experto la fórmula para atrapar a la gente es sencilla. Vean:
  • Hacer listas y usar estos puntitos indiscriminadamente
  • Emplear abundancia de negritas y subtítulos para ayudarles con la dispersión
  • Hacer oraciones cortas
  • Plantear una idea por párrafo
  • Prescindir de los juegos de palabras
  • Minimizar las reflexiones profundas sobre cualquier tema porque producen oraciones larguísimas y complicadas como ésta
  • Emplear la mitad de las palabras que se usarían en la escritura convencional
Finalmente cruzar los dedos y confiar en que los milagros existen.
PD. Luego no se quejen los queridos lectores de la profusión de listas en Internet sobre lo humano y lo divino. 

lunes, 3 de junio de 2013

La cuarta revolución industrial

La cuarta revolución industrial

Hablar de industria es volver a los principios básicos de una economía real, que ofrece soluciones tangibles a los problemas a los que se enfrenta la sociedad cada día. Hablar de industria es aferrarnos a una tabla de salvación, que se ha mostrado muy fiable en medio de la tormenta económica que vivimos. Hablar de industria es sinónimo de innovación para conseguir hacer más por menos. Hablar de industria es, en definitiva, hablar de calidad de vida, riqueza y desarrollo económico.
Los datos son evidentes y refrendan, una vez más, la necesidad de apostar por la industria. Si nos fijamos en los países que mejor han sobrevivido a esta crisis, nos daremos cuenta de que todos ellos tienen un importante sector secundario. De los 10 países más competitivos del mundo, en cinco de ellos el peso del PIB industrial supera el 20%. A nivel mundial, la industria representa el 16% del PIB, el 70% del comercio global y origina más de las tres cuartas partes de la investigación y desarrollo en el ámbito privado. Por ello, no es de extrañar que los países con planes de crecimiento más ambiciosos estén experimentando un “Renacimiento de la industria”. El objetivo de todos ellos es conseguir una cuota industrial ligeramente por encima del 20% del PIB.
De hecho, la importancia creciente de la industria puede atribuirse a diversas características estabilizadoras y sostenibles. Constituye el punto de partida de una extensa cadena de valor que abarca desde la investigación y el desarrollo hasta servicios basados en tecnología. Este sector se considera una garantía para el crecimiento (cada dólar estadounidense en valor añadido bruto en la industria genera 1,4 dólares en valor añadido bruto en otros sectores de la economía), el empleo (por cada nuevo puesto de trabajo en la industria, se crea una media de dos empleos en otros sectores), la competitividad (los países más industrializados tienen una mayor cuota de mercado en exportaciones) y, por tanto, un factor de estabilidad para la sociedad.
A pesar de todo esto, la tercerización de la economía es evidente, como apuntan los datos del Fondo Monetario Internacional que indican que la cifra de empleados de sectores industriales se ha reducido desde los 62 millones en 2000 a poco más de 45 millones en 2010 y alerta que de no poner freno a esta tendencia la cifra podría llegar a menos de 40 millones en 2030.
En España, es el principal generador de empleo cualificado, de I+D+i
y de comercio exterior
En España, no hemos sido ajenos a esta tendencia y el peso del sector se ha reducido desde el 34% de 1970 a poco más del 15% actual. Se trata de una caída dramática a la que es necesario poner fin de manera inmediata, ya que pese a su reducido tamaño se trata del principal generador de empleo cualificado (el 85% del empleo es fijo), de I+D+i (su inversión supone el 50%) y de comercio exterior en nuestro país. El automóvil y la industria alimentaria son un buen ejemplo para analizar qué se ha hecho bien para permitir a nuestro país situarse como una referencia mundial en estos campos.
La industria se enfrenta a importantes obstáculos que lastran su capacidad de crecimiento y su productividad. En primer lugar, cabe destacar el precio de la energía, que es uno de los más caros de Europa. Debemos tener en cuenta que el precio de la electricidad ha crecido en los últimos cinco años muy por encima de la inflación, lo que supone una importante barrera de crecimiento, máxime cuando los costes energéticos pueden suponer hasta el 60% de los totales. En España, el sector consume tres veces más energía que la media de la UE, por lo que urge implantar medidas que favorezcan la eficiencia energética para garantizar una mayor competitividad de las fábricas.
La flexibilidad del mercado es un problema añadido más al que la reforma laboral parece que podría poner coto. En este sentido, es necesario articular las medidas necesarias para amoldar las jornadas laborales a los picos de trabajo y así evitar paradas innecesarias, que no hacen más que retrasar la producción y aumentar los costes. En Siemens, por ejemplo, durante los primeros años de la crisis, más de 19.000 empleados de nuestras fábricas en Alemania redujeron sus jornadas.
La formación de nuestros jóvenes es otro gran hándicap. Pese a que la calidad de los ingenieros españoles está más que contrastada es necesario seguir fomentando el interés por la formación técnica. Así, urge una reforma profunda del modelo de formación profesional para adaptarlo mucho más a las necesidades de las empresas. En este sentido, los modelos duales han mostrado su éxito, ya que unen lo mejor de las formaciones teórica y práctica y su fuerza laboral es más acorde a las necesidades reales del mercado. De hecho en los países en los que este modelo está implantado desde hace años como Alemania o Austria, las tasas de paro juvenil son mucho menores y no superan el 10%, pese a que la tasa de universitarios es mucho menor (28% contra 38,5%). Por otro lado, no debemos olvidar la importancia del inglés donde no salimos muy bien parados: en España lo habla con fluidez tres veces menos gente que en otros países más avanzados. La última propuesta del Gobierno puede ser un paso importante en este campo.
Es importante también hacer referencia al tamaño de las empresas. Los países más competitivos como Alemania, por ejemplo, tienen más empresas medianas y grandes (estas dan trabajo al 60% de los empleados frente al 40% de nuestro país). Este pequeño tamaño impide la generación de economías de escala, hace que resistan peor losshocks cíclicos, que tengan muchas más dificultades para desarrollar procesos exportadores y de I+D+i y dificulta el acceso a la financiación. Las pymes españolas se enfrentan a grandes problemas para incrementar su capital, además de que el acceso a fondos financieros sigue siendo muy complicado y a unos precios que casi duplican el pagado por algunos de nuestros competidores europeos. Es necesario tomar medidas para que dejen de aumentar sus deudas y puedan aumentar su capital.
Ya hay tecnologías que consiguen ahorros de tiempo cercanos al 40% y del 30% en costes
Puede que todavía no nos hayamos dado cuenta, pero en la actualidad, estamos fabricando el futuro. La convergencia de un gran número de nuevos materiales, software más potentes, procesos más eficientes y una enorme cantidad de servicios basados en Internet está cambiando la industria, tal y como la conocemos. Algunos expertos ya se atreven a hablar de una cuarta revolución industrial debido a la magnitud de estos avances. Ya hay tecnología que puede conseguir ahorros de tiempos cercanos al 40% y del 30% en costes. Así, por ejemplo, la impresión en 3D está llamada a revolucionar el mercado industrial. Su uso ya es una realidad en la fabricación de piezas para audífonos o partes de aviones militares.
Esta revolución tendrá consecuencias reales en nuestras vidas. En primer lugar, afectará no solo a cómo se hacen las cosas, sino también dónde. Los grandes ahorros de costes de estas tecnologías no harán necesario llevar las fábricas a países lejanos, sino que obligarán a localizarlas cerca de los clientes para responder mejor y más rápido a sus necesidades. Según un estudio de Boston Consulting Group en áreas como el transporte, ordenadores y maquinaria industrial, entre el 10% y 30% de lo que Estados Unidos importa de China podría hacerlo en su país, lo que supondría un aumento de sus ingresos entre 20.000 y 55.000 millones de dólares al año.
Ahora es cuando debemos saber qué parte de la fase productiva queremos liderar y si queremos apostar por la tecnología para industria o dejar pasar el momento. En Siemens, aspiramos a marcar el camino y desde 2007 hemos invertido 4.000 millones de euros en compañías especializadas en este campo. Así, ya contamos con 17.500 ingenieros de software, de los cuales 7.500 trabajan en el sector industria.
Por último, no debemos olvidarnos del activo más importante con el que contamos y sin el que ninguno de estos cambios sería posible: las personas. A pesar de la apuesta por la tecnología, seguiremos necesitando profesionales bien cualificados para que planifiquen, controlen y desarrollen todos los procesos. Por ello, insisto en que debemos destinar una parte importante de la inversión a formación, para que nuestros equipos estén preparados para afrontar las necesidades de un mercado que cambia cada día.
Si hablar de industria es hacerlo de calidad de vida, riqueza y desarrollo económico, ¿por qué nos empeñamos en seguir evitando el debate?
Rosa García es presidenta de Siemens en España.